Los datos se han convertido en una piedra angular del desarrollo económico actual. Todos los días manejamos miles de ellos para todo tipo de usos cotidianos, desde una sencilla consulta que hacemos a Internet a por supuesto, datos relacionados con nuestras finanzas: pagos con tarjeta, cuenta corriente, inversiones o vamos a solicitar un préstamo, etc.

La información financiera es de enorme utilidad, en primer lugar, para nosotros, ya que nos facilita hacer muchas de estas operaciones rutinarias de forma mucho más sencilla y desde todo tipo de dispositivos y en cualquier momento. Esto hace que, a diferencia de otra información, la usamos en muchos dispositivos, en un enorme tipo de páginas webs y aplicaciones y con ello multipliquemos el riesgo de que sean sustraídos y usados para cometer algún tipo de acto delictivo.

Y es que, el sector financiero sigue siendo un blanco atractivo para los actores maliciosos, especialmente por la enorme cantidad y el tipo de información que se puede captar de sus clientes. En el caso de conseguir tus datos financieros, En caso de hacerse con tus datos, estos pueden ser utilizados por los atacantes para cometer algún tipo de fraude a través del robo de identidad (desde usar una tarjeta de crédito, entrar en tu cuenta o incluso pedir un préstamo), o acabar siendo comercializados dentro de la Dark Web.

Ante esto, podemos poner muchos tipos de barreras. Las técnicas son fundamentales, como tener ordenadores con sistemas operativos actualizados y con soporte de seguridad del fabricante y programas de protección específico, cada vez más completos, ya que, de la protección antivirus o antispyware, ofrecen otros servicios añadidos como protección en los navegadores e incluso navegación privada a través de VPN.

Pero todo esto no sirve de nada sin la barrera humana, la que viene derivada por nosotros mismos y las actitudes que tomemos con respecto a la protección de nuestros datos financieros. Una protección imprescindible que resumimos en estos consejos.
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Contraseñas seguras y otras formas de acceso

La capacidad de acceso a nuestras contraseñas y con ello de poder hacerse con muchos más datos es enorme. Por ello, el riesgo no solo está en usar contraseñas fáciles de adivinar (como las derivadas de nombre, fechas de cumpleaños o de cadenas lógicas), sino en que una vez que los “malos” se hayan hecho con una, esta puede ser usada en muchos sitios web. Por ello, más allá de crear una contraseña segura, con caracteres alfanuméricos y otros especiales, sino también seguir los siguientes consejos será de gran utilidad:

  • No usar la misma contraseña en todos los sitios webs. Esta es una costumbre muy extendida y peligrosa, ya que, si una contraseña es comprometida en un lugar de poca seguridad, puede ser probada y utilizada en otros en el que los datos sean más relevantes. Así, por ejemplo, podemos distinguir entre sitios webs poco seguros o menos importantes en los que no compartamos datos, otros ya mucho más como redes sociales entre los que sí hay mucha información relevante y, por último, otros como los de acceso a bancos, la máxima seguridad.
  • Cambiar la contraseña de forma periódica: Todos estos riesgos pueden disminuir de forma sustancial si cambiamos la contraseña cada cierto tiempo, especialmente en las webs y servicios más importantes. Más las cambiemos, mejor, pero es recomendable hacerlo como mínimo cada seis meses.
  • Usar otros sistemas de acceso: Los sistemas de doble verificación o el uso de autentificación con el móvil, como veremos más adelante añaden una importante capa de seguridad, pero no es la única. Los certificados digitales o el DNI electrónico son también sistemas de enorme seguridad, este último al combinar un elemento físico no falsificable (DNI) con un PIN o clave.

Presta atención a qué información compartes

Debes prestar especial cuidado a la información que compartes de forma voluntaria en espacios como las redes sociales, pero también a través de tests o encuestas.

Para ello:

  • Estudie a quién le está cediendo esta valiosa información.
  • Procure no dar información mínimamente sensible.

En muchas ocasiones, sin darnos cuenta, información que no parece relevante puede convertirse en la puerta de entrada para el robo de datos. Por ejemplo, en una encuesta en la que nos pregunten con qué banco tienes una cuenta, ya les estamos indicando dónde dirigirse para intentar entrar.

Más problemático es proporcionar un correo electrónico o un número de teléfono móvil. En este caso estamos indicando dónde dirigirse para mandarte información fraudulenta de todo tipo.

Otros datos personales como fechas de nacimiento, nombres de los hijos, etc, son también utilizados para, por ejemplo, realizar combinaciones con los que generar posibles contraseñas.

Usa sitios seguros y utiliza cuentas anónimas si es necesario

Otra forma muy común de poner en riesgo la información financiera es introducirla en webs de apariencia normal pero que sean fraudulentas o que directamente tengan unos bajos protocolos de protección.

Por ello, antes de introducir cualquier tipo de información en un sitio web, debes comprobar que sea un sitio seguro. Para ello comprueba en la barra del navegador que sea un sitio web https:// y que cumpla todos los requisitos de seguridad.

Además de aparecer este “arranque” en la dirección web verás un candado que garantiza el uso de un protocolo de seguridad superior.

También es de gran utilidad, especialmente en ciertos sitios webs, usar conexiones privadas o de incógnito, una posibilidad que ofrecen todos los navegadores y por la que proporcionas muchos más datos.

Una protección adicional es el uso de VPN, que proporcionan una dirección IP ficticia, ocultando tu identidad detrás de una red privada.

Uso de sistemas de doble verificación

Su extensión se debe a dos hechos. La primera, la vulnerabilidad de las contraseñas como hemos señalado y por otra el uso casi universal de teléfonos inteligentes o smartphones.

Con ello, además del uso de la contraseña se verifica nuestro teléfono mandando mensajes a estos dispositivos o lo que es cada día más tendencia al alza usando una aplicación

Estos sistemas, que podemos ver, por ejemplo, a la hora de aprobación de operaciones de solicitud de minicréditos o en la firma de su contrato. Ofrecen una doble vía de seguridad a la contraseña tradicional, ya que obligan:

  • A que tengas en posesión y activa tu número de teléfono.
  • Que añadas la seguridad de acceso del propio dispositivo que ya no es solo el código pin de desbloqueo, ya en muchos casos se utilizan medidas biométricas desde el uso de huella dactilar a escanear tu cara.

Estos sistemas tienen otra gran ventaja, como es que te alerten en el caso de que alguien intente acceder a alguna de tus cuentas personales.

El peligro de las redes públicas

Hoy en día, tenemos redes Wi-Fi gratuitas en todas partes, desde lugares de estudio o trabajo como bibliotecas a otros de ocio como bares, centros comerciales e incluso transporte público como autobuses o metro.

La tentación de usarlas es enorme, para así “ahorrarnos” el uso de datos. El problema es que igual que has accedido libremente lo puede hacer cualquier otra persona y muchos de ellos no para navegar por Internet, sino para entrar en tu dispositivo.

Por ello, debes tener especial cuidado tanto en el uso que hagas como en la protección que utilices:

  • En el uso, siempre hazlo para información poco relevante, como navegar por Internet, nunca introduciendo datos personales y tampoco contraseñas. Usos como las compras o entrar en el banco son los menos recomendados.
  • Utilización de redes privadas: Aunque robar datos cuando navegas es lo más sencillo, no es el único riesgo, ya que, por ejemplo, si has conectado un ordenador es relativamente sencillo para un hacker entrar en él y hacerse con muchos de sus datos personales. Por ello, establecer nuevas capas de protección, incluso si vas a navegar, es siempre importante, utilizando programas VPN como hemos señalado.

Cuidado con el correo electrónico y los mensajes

El phishing sigue disparándose. Aunque los sistemas de correo sean cada vez inteligentes a la hora de analizar los mails y realizar una primera discriminación, lo cierto es que este tipo de fraude cada vez crece más. Aunque analizaremos de forma separada este tipo de riesgo, hay que tener en cuenta el porqué de este crecimiento:

  • Correos cada vez más sofisticados y trabajados, que buscan simular la apariencia de entidades financieras o webs creíbles.
  • Mayor personalización, se busca por otras vías conocer algún tipo de actividad que estés realizando (por ejemplo, buscando un coche para comprarlo) para poder mandar mensajes más creíbles.
  • Uso no solo del correo, con un crecimiento exponencial de los mensajes por SMS o incluso por otros sistemas de mensajería. Por ejemplo, con el crecimiento exponencial del comercio electrónico se han multiplicado los mensajes falsos simulando ser de Correos para desbloquear la recepción de un paquete realizando un pago mínimo (generalmente un euro). Si lo haces, el resultado es que has proporcionado tus datos financieros y con ello se han hecho por ejemplo con la numeración de tu tarjeta.

Por todo ello analiza siempre muy bien quién te ha enviado un correo y ten en cuenta que:

  • No hay ofertas milagrosas, ni envíos de cheques regalos para los principales operadores de comercio, como Amazon, pero también cadenas de supermercados como Mercadona, por el mero hecho de rellenar una encuesta.
  • Ningún banco o institución pública te va a pedir que proporciones tus datos personales por un correo. Especialmente cuando estos datos son claves o directamente financieros como numeración de tarjeta o de cuenta bancaria.
  • Analiza muy bien el remitente: No te pares nunca en el nombre, sino en su dirección y comprueba que el dominio web que aparece coincide con el de la entidad.
  • Siempre en caso de duda busca más información: Puedes hacerlo, por ejemplo, con tu oficina bancaria o con algún teléfono de atención del organismo público.

Proteger los datos personales depende primero de ti, de hacer el mejor uso de ellos y de poner todas las medidas necesarias de protección y cuidado para evitar así problemas que pueden ser de gran gravedad.

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