Por ello, tener garantías de que se va a devolver este dinero es un aspecto fundamental.

Detrás de ella, está el análisis que el prestamista hace de quién va a recibir el dinero. Se comprueban por un lado sus ingresos (sueldos, pensiones, ingresos del autónomo), su patrimonio (esencialmente bienes inmuebles) y el importe de sus deudas, tanto si están al día como si hay impagos.

De este análisis pueden darse varias posibilidades:

  • Que el préstamo se considere viable y se conceda.
  • Que se considere inviable, sin posibilidad de concesión.
  • Que se considere inviable en las circunstancias actuales, pero se pueda conceder si tiene garantías adicionales.

Es aquí donde entra en juego la garantía más usada, el aval, que lo puede constituir una empresa y principalmente una persona física.

Por ello, conocer qué es, cómo funciona y, especialmente o sus responsabilidades es tan importante

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¿Qué es un avalista y cuál es su responsabilidad?

El aval es un contrato por el que una persona física o jurídica (empresa generalmente), garantiza o asegura el cumplimiento de obligaciones, esto es, asumir el pago una deuda de otra persona si esta no lo realiza.

Con este contrato, el avalista se compromete al cumplimiento de la obligación de pago con todos sus bienes, salvo que se establezcan límites a esa responsabilidad. Es por ello por lo que ser avalista supone un riesgo tan importante.

Un aval puede ser solicitado por cualquiera que, teniendo una relación financiera o mercantil, necesite una garantía adicional. Así destacan:

  • Cuando se concede un préstamo, siendo la entidad o la empresa que lo concede las beneficiarias del aval.
  • Administraciones Públicas, como garantía de que se va a cumplir con un contrato.
  • Cuando hay un contrato de alquiler, ya sea realizado por una empresa o un particular.

Tipos de aval

Un aval lo podemos clasificar de diferentes formas según sus características, aunque la principal que nos ocupa es según las garantías que cubren. Esto son los criterios más usados.

Duración del aval

Tenemos dos tipos de aval:

  • Por plazo determinado: Poco común en los préstamos, se utiliza más para garantizar el cumplimiento de contratos.
  • Por plazo indeterminado o de duración indefinida: Es el más común, el aval se acaba, extingue, cuando lo haga la obligación garantizada. Es muy normal que para cancelarlo se exija documentación, como certificado de la empresa o banco que ha concedido el préstamo, de su pago total.

Según las facultades del beneficiario del aval frente al avalista

En este caso también nos encontramos con tres tipos.

  • Aval simple: Cuando el beneficiario del aval, quien concede el préstamo, por ejemplo, reclama primero al avalado y si este no cumple es cuando lo hace al avalista.
  • Aval solidario: Es el más común. El beneficiario del aval puede reclamar indistintamente tanto al avalado como al avalista. Es decir, si no se paga una cuota del préstamo, la entidad reclamará el pago a ambos.
  • Aval independiente: Es el tipo menos común.El avalista no puede exigir al beneficiario que reclame antes al avalado. Si el beneficiario le exige a él, el cumplimiento de la obligación tendrá que demostrar que el avalado ya la ha cumplido, ya ha pagado.

Por la naturaleza de la obligación garantizada

Es la división más importante de los avales, relacionada con el objetivo que tenga esta garantía. Diferenciamos esta tipología:

  • Técnico: el avalista responde, garantiza, de que el avalado cumpla con determinados compromisos más allá de un pago económico, sino que hayan cumplido. Por ejemplo, que una construcción se entregue en tiempo y con las calidades y características que figuraban en el contrato. Por ello, son muy comunes en los contratos de obras y en los que se firmen con la Administración Pública.
  • Económico: Garantizan que se produzcan pagos o entregas de dinero. Este tipo de avales tienen diferentes contraprestaciones, con lo que también podemos diferenciar entre:
    • Avales económico-comercial: El beneficiario entrega un producto o un servicio, por ejemplo, una mercancía que se importa, y con el aval se garantiza su pago.
    • Avales económico-financieros: Es el que se usa en los préstamos. El beneficiario del aval entrega un dinero a cambio de que se devuelva.

¿Qué ocurre cuando no se paga? La responsabilidad del avalista personal

Como hemos visto, el aval más común es el solidario, y esto conlleva que, si se produce un impago del préstamo, el avalista tiene que cumplir con el pago de cuotas y en caso de que se resuelva el contrato, se cancele, con toda la deuda pendiente.

Esta responsabilidad es por todos tus ingresos y bienes, tanto presentes como futuros; es decir, en caso de impago la empresa puede reclamarte incluso judicialmente para que pagues esa deuda, llegando incluso a originar embargos de cuentas bancarias e inmuebles.

Por todo ello, ser avalista supone asumir un riesgo. Muestra de ello es que los avales de préstamos con entidades financieras aparecen en la CIRBE o Central de Información de Riesgos del Banco de España.

Por ello hay que tener en cuenta los siguientes puntos:

La solvencia del avalado

Tienes que tener en cuenta no solo sus ingresos, también la estabilidad laboral (si tiene contrato fijo, si es funcionario…) y que tenga otros bienes con los que pueda responder al pago de la deuda.

El contrato de aval

Especialmente en los siguientes puntos:

  • Si el aval es solidario: El avalista asume un mayor riesgo, ya que desde que se produce el impago del titular tendrás que hacerlo frente. Si no es así, siempre reclamará antes a la persona que has avalado.
  • La duración del aval: Si es indefinido, el aval continuará hasta que se pague el total de la deuda. Esto es especialmente peligroso si el préstamo tiene mucha duración, por ejemplo, una hipoteca para pagar una vivienda. En este tipo de avales, aunque hayas solventado un impago, si se vuelven a producir otros tendrás que hacerlos frente.

Las obligaciones de quién concede un préstamo frente al avalista

Un aval, es un contrato, y por ello tienen obligaciones las dos partes. La más importante es la del avalista, como hemos dicho, la de hacer frente a toda la deuda, incluyendo intereses y gastos, pero también el beneficiario, quien concede el préstamo tiene otras obligaciones:

  • Facilitar al avalista la información precontractual del préstamo para conocer sus características (cantidad, duración, cuota, intereses de demora, comisiones por reclamación…).
  • Quien concede el préstamo debe explicar al avalista los riesgos que asume.
  • Si se reclama un pago se debe informar de todas sus características como cuota, capital pendiente, gastos que tenga la deuda… de la misma forma que se informa a quién recibió el préstamo.

Otras formas de garantía

Ser avalista supone asumir un riesgo importante, por ello, buscar otras formas de garantía que no tenga este riesgo o que lo limite es importante.

Entre estas están garantizar con un determinado bien. La ventaja es clara, mientras que con un aval personal la garantía son todos tus bienes, presentes y futuros, en este caso se limita a entregar el bien que es garantía.

Un caso especial, en el caso de las hipotecas, otra figura interesante es el hipotecante no deudor es aquella persona que utiliza un bien inmueble del que es propietario para garantizar la deuda que ha contraído un tercero con su acreedor. Es decir, pone como garantía su inmueble, pero no es deudor, dado que ni recibe dinero ni tiene obligación de devolver el préstamo.

Así, quien solicita un préstamo será el obligado a devolver esta cantidad (deudor) mientras que el tercero que constituye hipoteca sobre su inmueble solo garantiza la obligación en caso de incumplimiento del deudor.

La ventaja principal del hipotecante no deudor frente al avalista reside en que, el limita su responsabilidad al bien hipotecado, dejando a salvo el resto de sus bienes, presentes y futuros, mientras que la persona que avala responde con todo su patrimonio.

Las ventajas de los préstamos sin garantías

En el caso de los préstamos personales es importante buscar préstamos sin garantías, por muchas ventajas:

  • Son más rápidos de conceder y firmar: Al no necesitar un avalista, solo tienen que analizar el riesgo de quien lo solicita.
  • Limitar el riesgo: Sólo el patrimonio de quien lo solicita, sin que tenga que participar otras personas.
  • En caso de impago este figura también en los registros de riesgo del avalista, como la CIRBE con lo que limita la petición de otro préstamo. Por ello, un préstamo sin garantías crea más libertad financiera.

Por todo ello, es tan importante comparar préstamos y buscar la mejor opción para encontrar préstamos rápidos, sin papeleos, y en el que, aunque siempre tiene que haber una garantía no tengas que trasladar al patrimonio de otros, generalmente amigos y familias que generan en caso de impago muchas veces, problemas más allá de los económicos.

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